Cd. Juárez, Chihuahua. México .

Marzo 18 de 2024    

 
 
 
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La Fuente...


LEY DE HERODES
“Un político pobre es un pobre político”, es la frase acuñada por el profesor Carlos Hank González, fundador del grupo Atlacomulco del que egresaron varios presidentes mexicanos, que está más vigente que nunca y no deja de distinguir a los políticos corruptos, sobre todo a los camaleones que cambian de color y que gustan de meter la mano a los recursos públicos y salen siendo políticos ricos. Los casos más emblemáticos que vive Chihuahua son los de los gobiernos de César Duarte y Javier Corral, el primero en la cárcel y el segundo de candidato de Morena a Senador plurinominal, pero con colaboradores en prisión o con orden de aprehensión por peculado. También se suma a ellos el caso de Cynthia Ceballos, ex alcaldesa depuesta de Nuevo Casas Grandes con 4 vinculaciones a proceso penal por peculado agravado y también con una colección de denuncias, Crucito, el presidente municipal de Juaritos la ciudad que tiene una alcaldía que es conocida ya como San Pedro de los Saguaros, el pueblo que Luis Estrada retrató en su película La Ley de Herodes estrenada en 1999 y que en forma de comedia satírica retrata la corrupción política durante los mandatos de gobernantes del PRI de la era de Miguel Alemán y que siguió por muchos sexenios. Y en esa película que hoy recordamos, las similitudes con la actualidad abundan. La cinta inicia en 1949, cuando el corrupto alcalde de San Pedro de los Saguaros es linchado y decapitado por los habitantes del pueblo cuando huía con los dineros del erario y en pleno proceso electoral. El gobernador Sanchez, ante el riesgo político, ordena a su secretario de gobierno, el licenciado López, que nombre un nuevo alcalde para San Pedro. Eligen a Juan Vargas, encargado de un basurero, que piensan que no será tan corrupto como su antecesor y que a la vez, será mangoneable. El nuevo alcalde intenta hacer su trabajo de forma honrada, pero no hay dinero. Los robos de los alcaldes anteriores, han provocado rezagos en el pueblo. No hay escuela, hospital, drenaje, agua potable o luz eléctrica. Por eso viaja a buscar apoyos a la capital y como respuesta del secretario de Gobierno recibe una Constitución y un revólver y el consejo de que aplique la Ley de Herodes, o te chingas o te jodes. De regreso al pueblo, recibe un soborno de doña Lupe, la dueña del burdel del pueblo, nada que ver con las salas de masaje de Juaritos que protegen en la Dirección de Regulación Comercial que dirige Arturo Urquidi y que no veo no quieren ver desde la comisión Edilicia de la Mujer que dirige la regidora Patricia Mendoza. Claro, dejan bastante dinero para las campañas, dicen. Total, un soborno de ese tipo encaminó a Juan Vargas hacia la corrupción política en San Pedro de los Saguaros y poco a poco rompe las hojas de la Constitución y se convierte en ejecutivo, legislativo y en poder judicial. A Vargas nomás le faltó poner una casa de cambio en El Chamizal o vender parques públicos como Cynthia Ceballos. Eso sí, iba con las meretrices de Doña Lupe en forma gratuita. También aprende a extorsionar a los comerciantes y aplica multas sin ton ni son como si tuviera una Dirección de Ecología con expolicías pidiendo moches para no multar por falta de ecológico y que su vez pagan 50 mil por moto y 100 mil por unidad para recaudar más dinero. El pretexto que da cuando es confrontado por los ciudadanos es que está financiando un nuevo proyecto para llevar electricidad al pueblo con la ayuda de un ingeniero estadounidense. Algo así como el rescate del Centro Histórico de Juaritos y la remodelación del puente Carlos Villarreal al que nomás le rasparon los carriles de la Heroico Colegio Militar para que cupieran los tracto camiones y le pusieron barandales. Todo por 100 millones de pesos. No se ría, es la sátira política que se vive en San Pedro de los Saguaros donde la obra más grande fue un poste de electricidad, pero sin luz. Vargas se hace de enemigos y los elimina y cada vez se vuelve más corrupto hasta el punto que todo el pueblo lo desprecia. Cobra impuestos absurdos por todo, encarcela a los que se niegan a pagar, confisca sus posesiones (incluidos los animales) y reescribe varias leyes a su capricho. Un día llegan al pueblo huyendo el secretario de gobierno y su guardaespaldas tras disparar en contra del sobrino del presidente de México por la disputa de una candidatura pidiéndole dinero a Juan Vargas a quien su mujer ha chamaqueado y huido con los recursos. Al no tener que darles, decidió asesinarlos. Después del crimen la muchedumbre intenta asesinarlo y él se salva cuando trepa al poste de luz y llega la Policía buscando a los agresores del sobrino del Presidente. Por esas muertes es premiado con la candidatura a la gubernatura y claro está, en plena era priísta, no iba a perder. Claro, es una película que retrata la realidad y a su vez supera al guión cinematográfico. Desde Hank González se aplica la frase del político pobre y aquella que dice que “El que no tranza, no avanza”, refiriéndose al aprovechamiento que funcionarios obtienen de sus puestos para efectuar corruptelas a su favor, de los cuales - y no suficiente con ello - pocos llegan a pisar la cárcel. Y así fue en el viejo régimen. Era tal el distintivo de la corrupción que un expriista, hoy convertido en presidente de México la criticaba y decía que el peor de los males era que robaban y ni siquiera perdían su prestigio o respetabilidad. Incluso, dijo una vez, llegó un punto en que a los corruptos los ponían de ejemplo; lo que querían era que todos nos corrompiéramos”, comentó desde Palacio Nacional. Hoy casi 6 años después de estar ahí, qué dirá. Será que la corrupción está normalizada o terminará como en San Pedro de los Saguaros.

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