Cd. Juárez, Chihuahua. México .

Septiembre 20 de 2017    

 
 
 
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TELEFONO ROJO...


MEXICO 2017/09/20

*.- Los errores de 1985 a la oportunidad de Miguel Mancera
*.- Cómo emergieron la sociedad civil y los vivales de izquierda
*.- Capitalinos: de solidarios de Oaxaca a urgidos de sí mismos

Oigo el ulular de las sirenas y no puedo evitar la memoria.

19 de septiembre de 1985.

Sismo a las 7:19 horas y un abrupto terremoto cuando mis hijas Edith y Belén se disponían a ir a su primaria.

Tarea suspendida.

En minutos la ciudad, sobre todo en su zona centro, se había convertido en un problema imposible de transitar.

A guardar el auto y a salir a pie por Avenida Cuauhtémoc.

Primer panorama: todo destruido.

El templo con torres cuarteadas cual castillo de arena, el Hospital General de México convertido en placas de colado sobre placas de colado, con más de 400 pacientes prensados entre fierros y cemento.

Adelante el Centro México Nacional semi derruido, sin paredes, con escaleras a la vista y enfermos en batas blancas con el suero en una mano y en la otra la aguja de esperanza de vida.

Entro y encuentro en los jardines a cientos más tendidos en el piso sobre una sábana y la esperanza perdida en doble vía, por su salud y por la fuerza de una naturaleza traicionera.

Memorias de aquella mañana del 19 de septiembre, quién lo creyera, 32 años atrás.

LA EMERGENCIA DE LA SOCIEDAD CIVIL

Un gobierno aturdido fue rebasado por la sociedad en 1985.

O, dicho con otro enfoque, hasta el gobierno se puso al servicio de esa sociedad.

Vaya un dato:

En el curso del día de la desgracia el jefe del Departamento del Distrito Federal (DDF), Ramón Aguirre Velázquez, citó a toda la estructura urbana para decidir qué hacer.

Pasmado, escuchó propuestas, las más serenas de su secretario de Gobierno, el guanajuatense Rodrigo Moreno, hoy notario público en esa entidad.

Nada de soluciones.

La gente atendía a sus víctimas con algún apoyo gubernamental.

Así pasaron las horas cuando, el 20 de septiembre, un nuevo sismo sorprendió al valle de México mientras el presidente Miguel de la Madrid recorría las zonas afectadas.

De repente llegó la noticia:

-¡Plácido Domingo está aquí! Vino a ayudar a los damnificados de Tlatelolco, donde vivió.

Y entonces todo el apoyo se volcó a Tlatelolco para satisfacción del tenor español, mientras los rescatistas –cómo no recordar a Los Topos– del resto de la ciudad carecían hasta de cascos protectores en edificios semiderruidos.

En la emergencia, vino el decreto expropiatorio de los inmuebles caídos en riesgo y, obvio, las protestas de los propietarios inconformes.

Saldo: despido del secretario de Gobierno Rodrigo Moreno, a quien se culpó de un inventario mal hecho fuera de sus oficinas y hasta de su influencia administrativa.

OPORTUNIDAD DE UN PRESIDENCIABLE

Fueron tiempos aciagos.

De malas respuestas a juicio de la autoridad sobre todo en la reconstrucción de viviendas con José Parcero López, cesado por los reclamos de un grupo si no vival por lo menos oportunista encabezado por la dupla René Bejarano-Dolores Padierna, beneficiaria de uno y mil programas urbanos oficiales.

Ahora, cuando la ciudad vive la zozobra de entonces –con menos muertos pero con daños materiales muy significativos-, recuerdo aquella historia de una mujer arrodillada en pleno Lázaro Cárdenas con la imagen del presidente Miguel de la Madrid de fondo y, siempre entre el ulular de las sirenas, reflexiono:

¿Y si de esta desgracia emerge un presidenciable por su actitud echada para adelante?

Miguel Angel Mancera tiene la palabra.

Si no engulle al poder federal en el rescate de la ciudad, seguramente veremos a una sociedad con una paradoja: hasta ayer trabajaba para ayudar a damnificados de Chiapas y Oaxaca; hoy debe recuperarse a sí misma.

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