Cd. Juárez, Chihuahua. México .

Noviembre 20 de 2014    

 
 
 
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El Cristalazo... !!!


La Otra Revolución Mexicana

HOY fue el deslucido aniversario de ese fantasma nacional llamado Revolución Mexicana, mientras el presidente Peña trata de explicar algunas cosas del presente convulso.

Esto con el argumento de cómo algunos quieren echar abajo la "otra revolución", esa a la cual convoca bajo el nombre de "Reformas Estructurales" o "Proyecto de Nación".

o pretende esta columna penetrar en los terrenos siempre complicados de la vida conyugal de nadie.

Tampoco quiere sustituir a ninguna contraloría ni busca afanes de investigación inmobiliaria; pero la ubicuidad del asunto en torno de la casa de la Sierra Gorda, propiedad hasta ahora (parcialmente) de Angélica Rivera, la esposa del Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, nos obliga a todos a reflexionar en cuanto a los linderos de la responsabilidad pública de quien no tiene un cargo público.

Empujada por una opinión general —inducida en ocasiones y manipulada en otras—, la señora Angélica Rivera nos ha hablado de su exitosa carrera de actriz, desarrollada toda en la empresa Televisa, signifique eso cuanto quieran los malquerientes del “peñismo” y su adhesión a la tesis de una carrera política imposible sin el respaldo e impulso de la misma televisora. Ese ya es un manido lugar común.

En varias ocasiones durante la lectura de su mensaje, en este caso complementario del ya divulgado por el vocero presidencial, Eduardo Sánchez en días pasados, la señora Rivera de Peña ha explicado de manera satisfactoria (al menos satisfactoria para ella) el origen y el destino de la casa incómoda. Posteriormente Sánchez volvió sobre el asunto.

Sin embargo no es seguro el remedio para la enfermedad. ¿Quedarán satisfechos los críticos y los hipercríticos con estas aclaraciones? Evidentemente no.

El origen de la propiedad y la cercanía del contratista propietario del inmueble con los negocios del gobierno y sus licitaciones, su concurso en la obra pública, complica absolutamente la materia cuyas fronteras son difusas y en ocasiones confusas. El grupo Higa es uno de los 4 mil contratistas cuyo concurso genera la obra pública del país pero en este caso quiere ser presentado como el único.

Sobre el conflicto de intereses, Eduardo Sánchez ha dicho, no hay tal. Se han contratado 6 mil obras. Higa no las tiene todas, de ninguna manera y ni la señora Rivera, ni el propio presidente firman o hacen contratos. Bien.

Sin embargo la duda ha sido sembrada y no hay quien en estos momentos haya medido todavía el efecto persuasivo y aclaratorio de las palabras de la señora Rivera, ni mucho menos del vocero Eduardo Sánchez quien ayer por la mañana se hizo con las explicaciones complementarias.

Es decir, ¿habrá significado la intervención pública de la señora Rivera el fin del acoso? Nuevamente esta columna lo duda. Su presencia será criticada por quien ha hecho de este tema una bandera y sus explicaciones servirán no para explicar sino para inculpar.

En este caso, como en muchos otros, estamos frente a una sentencia anticipada. Cuando se conoce el veredicto antes de realizarse el juicio, nunca hay inocentes. La verdad sembrada siempre será más notoria. Quienes usaron este asunto como ariete político, lo seguirán usando de esa manera.

Pero en fin, hoy es el deslucido aniversario de ese fantasma nacional llamado Revolución Mexicana, mientras el presidente Peña trata de explicar algunas cosas del presente convulso con el argumento de cómo algunos quieren echar abajo la “otra revolución”, esa a la cual convoca bajo el nombre de “Reformas Estructurales” o “Proyecto de Nación”.

Quienes se oponen al proyecto, también se oponen al trayecto. ¿Cómo se llama eso?

Se llama oposición política. Nada más.

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